Santiago full moderno
Santiago.
!! Mierda!!
A veces pienso que voy ha despertar en el sur. En la casa de
Renato Cárdenas, donde pareciera que siempre llueve. Me gusta la lluvia, pero
yo sigo aquí. Aunque me despierte pensando en ella. Digo esto porque, así como
vamos, el espacio imaginario es lo único que nos va quedando.
Es la capital y aquí cada uno busca su lugar, lo suyo. Cada quien se inventa historias de para sobrevivir acuerdo a sus virtudes, defectos y ansiedades. De oportunidades, muy pocas, pero, a contrapelo de eso, yo encontré la mía.
La construcción desmedida de los proyectos urbanísticos, el poder de las inmobiliarias sin ningún respeto a su entorno ni a la historia afectan el diario vivir de quienes habitan Santiago. La conducta colectiva definitivamente ha sido alterada. El acto sencillo de cruzar una calle se vuelve difícil y hasta peligroso. Andar en bicicleta es muy arriesgado. Caminar por lo que queda de vereda es una hazaña. Ni hablar de sacar a pasear al perro.
Frente a la ocupación grotesca y vulgar del espacio, no se sabe si se está construyendo para el futuro o si, en forma premeditada, se está destruyendo el pasado. Al capitalismo le importa un huevo esta cosa. Así nos erradicaron una vez los milicos de la población Violeta Parra y ahora, en el mismo lugar,
En la ciudad se vive una especie de hiperrealismo saturado de fealdad y nadie escapa a este infierno.
A pesar de ello, hay lugares que se resisten al cambio, a la
demolición. Permanecen intactos, orgullosos de ser memoria tangible. Tanto así
que un grueso no menor de los habitantes los prefiere y con ese simple acto los
premia como si se tratase de una memoria personal.
A esta ciudad la sostienen las entrañas. Algunas huellas de lo que en ella se vivió. Intersticios, rincones, pasajes, plazas, villas y parques que no han sido ultrajados por el bototo de la construcción. Son historias vivas, poco relatadas y a veces te topas con ellas como si el ojo del cielo parpadeara en un segundo.
A esta ciudad la sostienen las entrañas. Algunas huellas de lo que en ella se vivió. Intersticios, rincones, pasajes, plazas, villas y parques que no han sido ultrajados por el bototo de la construcción. Son historias vivas, poco relatadas y a veces te topas con ellas como si el ojo del cielo parpadeara en un segundo.
Dicen que las palabras crean realidades y los medios de
comunicación muy bien lo saben. Ellos crean la otra realidad, en la que unos
pocos se miran en el espejo y el resto pasa desapercibido. La mayoría transita entre estos
dos mundos que, más que opuestos, parecen no hacerse ruido. La complicidad
entre esta realidad intangible y la otredad concreta no logra poner en crisis
la compostura de la taxidermia social.
¿Estamos viviendo la ciencia ficción , el encuentro de los
nuevos seres. La información obscena del montaje y la imperfección en la matrix?
El Chile mágico ideal, el de la sociedad del espectáculo, irrealidad compartida
a destajo. ¿Una triste historia mal contada o una epopeya de los elegidos?
Quizás, lo más seguro es que sean ambas paradojas a la vez.
Me gusta Chile pero no como paisaje inmundo. Nadie escapa de este infierno.
Santiago 2012 primer mundo.
Por, Antonio Becerro
Retratos; Jorge Aceituno y Ricardo Prieto
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