lunes, 7 de septiembre de 2009

PALOMITA BLANCA


ENCAPULLADOS EN LA PALOMITA BLANCA

Palomita Blanca no es la novela que recoge las inquietudes rebeldes y las locuras juveniles de principios de los setentas relatadas por el escritor chileno Enrique Lafourcade y que fue llevada al celuloide por el cineasta Raúl Ruiz.
Palomita Blanca es una sala de arte.

Como todos saben hacer arte en Chile no es fácil, exponer menos. Y no es que falten artistas, mas bien sobran igual que los espacios. La problemática tiene relación a los intereses de los nuevos chilenos y a la tendencia con la que se escribió la lápida del arte en Chile.

Hay quienes reclaman una cierta pureza del lenguaje estético que se rige por un arte dominante sólo para entendidos, falto de temáticas relevantes, creativas, inesperadas y/o comunicantes. Esto es un problema, se ha acostumbrado a la gente al arte fácil, decorativo y contemplativo que se muestra en los espacios conservadores y consagrados bajo el concepto de concurso de belleza.
Hay que tener mucho cuidado cuando se habla de arte porque se tiende a archivar en museos, galerías, centros culturales, universidades y profesionales de ramo. La sobre valoración de este tipo de arte por la sociedad del Chile actual tiene al objeto de arte calificado como la conservación egoísta de una adquisición exclusivista ligada sólo al poder.

Pues bien, la tetra universidad, el museo, la galería y el coleccionista dejan de lado en lo urbano el arte de esquina. Las murallas como pizarrones públicos lícitos, y esto inclusive va mucho más allá; ¿Donde quedan las estatuas de los parques? , ¿El movimiento de colores en las texturas de las flores? , ¿El paisaje libre de la representación humana? , ¿La arquitectura incorporada perfectamente al diseño de la naturaleza? ¿Que ocurre con la artesanía? , ¿Con los peñi? , ¿Con el perro con la oreja hacia delante? ¿Con usted que ocurre?
Bajo este escenario no pasa nada con la cultura totalizante, está muerta y putrefacta y su estado de descomposición llega a una presión sociocultural jamás vista entre la cordillera y la turbulenta marea chilena.

En esta época, más que nunca, el que se considere artista va ha tener que jugársela con un arte de primera necesidad, en tanto a su manifestación universal presente en todos los aspectos del hombre, en el amor, la armonía, la muerte, la sensibilidad pero también en sus conflictos, sus contradicciones, sus luchas sociales y políticas. Que no por eso dejan de ser arte. Una obra que experimente con la materia pero que comunique.

El arte en su plenitud máxima roba una expresión de quien lo mira pues el artista toca al espectador con una emoción única que advierte algo poco común. Visto de esta manera, el arte es la contemplación estética del alma que se integra al espíritu de la vida y la vida esta expuesta a cambios y a nuevas orientaciones que deben ser visibles y efectivas en todo lugar.

En fin, hay mucho de que escribir al respecto, así que saquen ustedes sus propias conclusiones.

Yo mientras tanto podría decir de la muestra “ENCAPULLADOS” en esta incipiente galería. Conozco a los involucrados, que en resumen, se trata de otro coqueteo entre las especies. Nada más sencillo que un coqueteo que va para pololeo entre un perro, una palomita blanca y unos lepidópteros sobre un sofá.

Claro, porque ¿Que podría resultar de la promiscuidad de estas especies? Yo no lo sé de cierto, pero lo supongo. Conozco de cerca sus obras y su forma de actuar.

Los dópteros fuera del capullo ya estuvieron en los extramuros de la Perrera Arte y decoraron la mente colgando cuadros, haciendo jugos naturales, poniendo música a su gusto y performanceando por doquier, invitando a descubrir los rastros de las joyas de las especies que echan vuelo.

Esto me trae recuerdos que tendría que decir, seria bueno que se dieran cuenta que los perros son seres extraordinarios, los loros, los monos, los pájaros, el león, la jirafa, la ballena, la larva, el chinche mal oliente, los lepidópteros, la toti, capitán, la nube, el árbol, etc. Todas las criaturas frotándose promiscuamente en la postura visual. Revolcándose, masajeándose, atornillándose, recostados como una masa desinforme que evoluciona aleteando hasta encontrar su lugar.

En todo caso, para que la sala de arte Palomita Blanca goce de buena salud y longevidad como un hecho artístico real, más allá de la conectividad y sus clases sociales y sus simpatías voluntarias, hay que tener claro que necesitan no obstante ser verificados en la razón de sus parientes y no en las detestables falsas simpatías en la que se pasa de la consecuencia del engaño y a la desilusión de las especies.

No valla a ser que caigamos en la moda del folklore contemporáneo del arte de vanguardia oficial, o en las locas aventuras de una galería callejera y los súper loquitos, o volvamos tirar monedas a la fuente de los milagros o a tratar otra vez de meter el barquito adentro de la botella o caer en la nostalgia del club de los tigritos.

Como artista visual y taxidermista social yo apoyo el servicio del estímulo al deseo para las Bellas Artes. Admiro y admito la camaradería de esta inauguración doble que tiene una aplicación de ese antiguo proverbio; “La unión hace la fuerza”.
Como dijo alguien por allí; “Es lúcido y actual comprender la cultura contemporánea como resultante no sólo de una cabeza aislada, ni de grupos de cabezas identificadas y nombradas, si no, más bien como una entidad esencialmente amorfa en sus varios rostros.”



De Antonio Becerro

En línea con los animales y rompiendo la supuesta pureza de las artes y sus jubiladas estéticas. Agosto 2009.

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